(Tardé un año y quatro meses para encajar las bellas i duras i épicas metàforas de Tus poemas de bondad, sobre cada cosa i comprender al fin la profundidad de tu pensamiento; Amigo mio... . - Sé que sabes que estoy tan distraido que no me lo tendràs en cuenta. Y tambien sé que tu amistad es para mi como las botas para el gato. - Que perdido estaria todavia en la desmemòria sin tu ayuda Javier!!!) - TU tranquilizas las aguas de mis estanques turvios i me permites ver el fondo de mis fondos, donde nadan los peces de colores...)
***
“No estoy deprimido.
Solo estoy distraído ante la belleza del mundo”.
Me dices amigo, mientras libélulas de cristalinas
transparencias ciegas,
voltean contra tu cielo de vidrio.
Y ante el espasmo de tu retina intentas en vano abrir
la cortina.
Y contra un muro de luz de estrellas.
Fuera el océano se precipita contra imbatibles
centinelas de piedra.
Y abandonada a su suerte la materia indeleble se
espuma.
Y chorros de acero con lenguas de flujo sucumben ante
el panorama de los abedules muertos.
Y así en el suceder de las olas, en el rumor de su
antojo.
Revolotean inquietas sombras que anidan en los ojos
donde la luz se derrumba.
Y rebaños de sanguinarios y enfurecidos búfalos se
inquietan.
Y con sus patas peludas de ira pueblan las cejas.
Y el estruendor de la marea, en rabias de espuma y
estampida ,
Abandonan la guarida y mugen con bravura al toro de
la noche que reclina.
Y se espantan las amapolas rojas que como mariposas
expandidas.
Lívidas descansan en la quietud de la tarde,
asustadas, mustias y heridas.
E inquieto el corcel de la noche con sus espuelas de
estaño hiere los ijares de la luna.
Esgrime con alarma su guadaña y amenaza con segar el
campo de la alfalfa.
Que ante el acero helado entre tréboles palidece y
se desangra.
Y tiemblan asustadas las margaritas del miedo como
perros rabiosos ante una mano alzada.
A lo lejos amenaza tormenta.
Y el cuervo negro extiende su terciopelo de negras
alas.
Y sume en la quietud dels obituario las lejanas
plegarias del convento de Santa Clara.
Y los salmos a Dios tropiezan contra el muro de
ignorancia en el cuarto de costura de las Salesianas.
En las catedrales de la luna los peces arcaicos se
ahogan al petrificarse sus branquias.
Y en la mañana entretejida con suspiros perecen las
almas en el fragor de las almohadas.
Cuando la salivilla blanca de los peces ranas se seca
en la erosión de las escamas.
Y tú asciendes por el desfiladero de las especies
disecadas expuesto a la erosión de las canas;
Y en la procesión de orugas de la Santa Compaña van
repartiendo pétalos de rosa las núbiles i livianas.
Y con transparencias inusitadas se va encendiendo la
insatisfecha carne humana.
Sedienta de besos y enarbolada de lisuras de manzanas
frescas de sonrisas blancas.
Y la rosa de los vientos levanta las faldas.
Y el susurro de la tarde nemorosa ante el rumor de
las aguas quietas,
sus lúbricos cuerpos desnudos lucen como velas
hambrientas ante Diosas paganas.
Y tú me dices “Javier no estoy deprimido.
Estoy distraído ante la belleza del mundo”.
Y yo te comprendo, pues como Edipo castigado a la
ceguera de los mil ojos de insecto,
trato de palpar con mis tentáculos de oruga
irreverente las sutiles hebras de la escarcha.
Y como modistilla o zapatero de ojos sin legañas,
con la precisión inefable de las arañas,
tejo incansable la túpida red que , desde el inicio
del Mundo, hacen las parcas.
Y como Penélope obligada por una fidelidad que
transciende,
intento en vano desenredar del ovillo el esqueleto
invisible o la esencia inmutable de las cosas.
Mientras sutiles preguntas discurren y enredan las
arcanas entrañas.
Pero todo es en vano.
Porque ante el crecer de las olas desaparecen
las huellas que los ingrávidos pies dejaros en la
arena.
Y una y otra vez retornan en el esfuerzo excesivo de
recuperar la memoria.
Y con el trabajo infatigable de las rocas la
naturaleza cristalina del Mundo se quiebra.
Y las esencias se pierden en la bruma y los claveles
mueren en su insana locura.
Entre el hazmereir de las quisquillas, la sonrisa
burlona de los camarones
y el sarcasmo de las ostras.
Y otra vez empieza a crecer la luna con su ciclo
interminable.
Y en la menarquia de las amapolas las jóvenes
doncellas cuentan los días.
Y el viejo verde de los mares ante el temor se
regocija y fuma su cachimba.
Y al caer la tarde cuando el sol bruñido en su
sofoco descarga sus ardores y se refresca en el agua.
Una larga sombra o ancha estaca juega al equívoco de
su viril constancia.
Y las Jóvenes doncellas juegan al escándalo y se
cubren y tapan las caras
con sus tocas blancas de novicias rancias.
Y cuchicheando se cuentan sus pequeñas maldades como
verdes ranitas en espera de estreno.
Y el croar invade las charcas que al atardecer en els
verano se alarman,
ante el atrevimiento del Fauno que de su enorme
miembro se ufana.
Y así continua la vida.
Y yo contemplo por mi ventana el ocaso del sol
incendiando las montañas.
No amigo, yo tampoco estoy deprimido, me deprime ver
como la vida pasa.
Me deprime mi esfuerzo vano de apuntalar mi esencia
de existidor.
Mi amarga esencia de sufridor de los andamios del
aire y de las cosas vagas
Mientras veo como te distraes ante la belleza del
Mundo cuando no cantas.
AL RAPSODA Y CANTAUTOR MIQUEL ÀNGEL TENA RÚBIES
de su amigo : LEON CANTABRO
FRCO. JAVIER GARCIA QUINTANA
BARCELONA 10 DE AGOSTO 2.011